Soneto XXVIII

SONETO XXVIII

Boscán, vengado estáis, con mengua mía,
de mi rigor pasado y mi aspereza
con que reprehenderos la terneza
de vuestro blando corazón solía.

Agora me castigo cada día
de tal salvatiquez y tal torpeza:
mas es a tiempo que de mi bajeza
correrme y castigarme bien podría.

Sabed que en mi perfecta edad y armado,
con mis ojos abiertos me he rendido
al niño que sabéis, ciego y desnudo.

De tan hermoso fuego consumido
nunca fue corazón: si preguntado
soy lo demás, en lo demás soy mudo

Garcilaso de la Vega

 

Este soneto se lo dedica a su maestro Juan Boscán.

En esta especie de carta, Garcilaso le cuenta a Juan Boscán que se ha enamorado, esto se puede ver en el primer terceto donde cuenta que se ha rendido al niño ciego y desnudo, es decir, Cupido.

«con mis ojos abiertos me he rendido
al niño que sabéis, ciego y desnudo.»

*Datos de Garcilaso y Juan Boscán*

Soldados y poetas, Garcilaso de la Vega y Juan Boscán protagonizaron, en la primera mitad del siglo XVI, el ingreso de las letras españolas en el Renacimiento. Si Boscán introdujo en España una forma tan de moda en Italia como el soneto, su amigo Garcilaso llevó esa novedad a la cima hasta convertirse en uno de los mayores poetas amorosos de la historia.

Quedó huérfano de padre y se educó esmeradamente en la Corte, donde conoció en 1519 a su gran amigo, el caballero catalán Juan Boscán.

Juan Boscán fue su maestro y al morir Garcilaso Juan quiere publicar su obra, y cuando la estaba preparando también muere; la viuda publica juntas las obras de Garcilaso y de Juan boscán.

 

 

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